Page 14 - Revista Completa

La biblioteca
Un ave ante el rayo de la tormenta
Mtro. Manuel SALAS QUIÑONES
e visto un pájaro.- Dicho así, resulta
ser un simple enunciado declarativo;
Hen cambio: «Mientras caminaba con
la mirada dirigida hacia la acera de una de
las calles del centro de la ciudad, he visto un
pájaro; no precisamente un pájaro, más bien,
la sombra de un pájaro proyectada sobre el
pavimento. He vuelto la mirada al cielo y he
visto el ave. Nunca antes vi un ave como esa,
ni en la vida real, ni en las películas, los docu- sombra del vuelo de ese pájaro desde las dis-
mentales o las enciclopedias».
La diferencia entre una y otra forma de ex-
presar un mismo hecho reside en el reper-
torio; esto es, las herramientas lingüísticas
con que las personas interpretamos e inte-
ractuamos con el mundo. La biblioteca es el
lugar donde se adquiere repertorio, donde se
forjan las herramientas conceptuales con las
que el ser humano traza caminos por don-
de habrá de transitar a lo largo de su devenir
por el mundo.
Más allá de un lugar donde se almacenan,
ordenan y custodian los libros, la biblioteca
es el sitio donde mora una síntesis del pensa- rasguños, padecen hambres y sufren cares-
miento de la humanidad. El paraíso –si alguna
vez lo hubo– tiene la forma de una biblioteca,
dice Borges; porque es a través del acervo de
una biblioteca que se accede a una pequeña
dosis de todo lo que el ser humano ha pensa-
do en el trascurso de los aproximadamente
120,000 años de existencia como especie.
Es más lo que se ha perdido –tal vez porque
nunca se escribió–, a lo que se conserva.
A diferencia del libro de texto –que ofrece un
modelo único y definitivo de la realidad–, la
Secretaría de Educación septiembre—diciembre 2018
biblioteca permite el ejercicio de la libre deci-
sión ante la panorámica de múltiples, y a ve-
ces contradictorios, modos de entendernos
a nosotros mismos, a los demás, al mundo y
a la humanidad entera.
Leer un libro de la biblioteca –sea de aula,
de escuela, pública, personal, grande o pe-
queña– es contemplar el ave, el vuelo y la
tintas posibilidades; es dialogar con las voces
del pasado que tuvieron su opinión particular
acerca de la efímera ave que cruzó sobre sus
vidas.
Un libro inmóvil sobre el estante equivale a
un ave disecada; un libro en uso, que se abre
para ser leído, es el ave viva, en libertad, que
nos deleita con su canto, con su plumaje y su
esforzado modo de construir nidos. Si los li-
bros no son abiertos por los lectores, se ase-
mejan entonces a aves vivas, pero atrapadas
entre los barrotes de estrechas jaulas.
En libertad, las aves pierden plumas, sufren
tías, pero… ¿acaso las aves en cautiverio –
con agua y comida en abundancia- son feli-
ces? Extraños sabores que la libertad otorga.
El relámpago verde de los loros lopezvelar-
diano es un instante, porque los relámpagos,
con toda su majestuosidad nacen y mueren
casi en el mismo momento, y a veces, en las
más copiosas tormentas eléctricas, se suce-
den uno a otro, confundiéndose. Los libros
de la biblioteca escolar, como la tormenta
poblada de relámpagos, como la actividad
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